Sergio Román Martín: «Mis piernas no se mueven, no están»

Sergio Martín en su silla de ruedas © instagram

Redacción / Ciclo 21

Sergio Román Martín, el madrileño y profesional del Caja Rural se recupera en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo de su grave accidente mientras entrenaba con la bicicleta de contrarreloj e impactando contra un coche que le causó cinco costillas y dos vértebras fracturadas. Una lesiones que le han causado una paraplejia en sus dos piernas que le obliga a desplazarse en una silla de ruedas y la que trata con rehabilitación en el prestigioso centro castellano-manchego.

CARTA ABIERTA SERGIO ROMÁN MARTÍN

«Hoy hace un mes y un día del accidente, del día que cambió mi vida por completo.

Antes mi principal prioridad eran los vatios, la próxima carrera y estar un rato con mis amigos para desconectar, ahora pienso en que me tienen que poner de lado para evitar que me salgan heridas en el culo.

Si, me tienen.

Yo no soy capaz de girar mi cuerpo, y si no lo hace otro por mí, duermo toda la noche en la misma posición.

Mis horarios han cambiado también. Antes daba un paseo a mi perro, salía a entrenar, cumplía mi trabajo y llegaba a comer entre las 14:30 y las 16, depende de lo largo que fuera el entrenamiento.

Ahora me despiertan y al poco tiempo tenfo el desayuno en una bandeja, me levantan a la silla y me voy a la rehabilitación con el fisio, o a terapia ocupacional.

Por las tardes estoy teniendo la sierte de recibir a mi familia y mis amigos, que hacen que mi estancia aquí sea mucho más amena.

Hablamos de cosas, nos reímos y me traen cosas que puedo necesitar, como un paquete de jamón o algo rico de la pastelería de turno, aunque a mí no me gusta mucho el dulce…

Pero en cuanto se van vuelvo a la realidad. Tengo cerca un paciente con una enfermedad que se llama el síndrome de Guillain Barré, y no es capaz de hablar si no es a una especie de gritos pero sin capacidad de vocalizar.

Escucho eso, veo a otros pacientes en la silla volviendo a la habitación, y cuando me quedo un rato solo, en la silla, mira hacia abajo, y veo mis piernas, ahí quietas y me pongo a pensar.

Esas piernas que me han dado tantas alegrías encima de la bicicleta, que he sentido arder por darlo todo en una etapa de La Vuelta, ahora no sienten nada.

No están, no se mueven, no pasan frío ni calor, es una sensación extraña.

Me acuestan entre dos celadores que me cuentan alguna cosa graciosa para hacer un poco mejor la situación y apago las luces.

Mañana será otro día»

Un comentario

  1. Vivir una situación tan delicada y lamentable, como es quedar paralizado de cintura para abajo, no le debería ocurrir a nadie, pero menos a un chaval de 21 años.
    Sinceramente, deseo que sepan ayudarte a vivir y desarrollar una vida plena a pesar de esta gran pérdida y confío en que la tecnología también te ayude y te haga la vida más fácil.
    Te deseo lo mejor del mundo, mucha y buena compañia, confianza y fe en ti mismo. Un saludo afectuoso.

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