Strade Bianche, duelo de titanes en la Toscana

Stybar ganó una de las pruebas más recordadas de 2015 / @Ciclo21

Nicolás Van Looy / Ciclo 21

Cuando el año no ha hecho más que echar a andar. Cuando las grandes gestas de los Monumentos todavía están lejanas. Cuando las cuestas imposibles de los colosos del Giro, el Tour o la Vuelta son todavía un horizonte inalcanzable. Cuando lo que tenga que darnos la temporada de sí es aún un ejercicio de futurología. Cuando todo eso ocurre, es fácil que todo nos sorprenda. Que cualquier arrancada o escapada más o menos merecedora de mención, se convierta en algo superlativo. Pero hace justo un año –como ya hiciera hace un par de semanas en la etapa final de la Vuelta a Andalucía– los aficionados recibieron, de manos del de Alejandro Valverde, el regalo de uno de los mejores días de ciclismo de toda la campaña 2015. El mejor hasta entonces, claro, pero cuando se bajó el telón allá por el mes de octubre, lo acontecido en la Strade Bianche seguía apareciendo en todas y cada una de las encuestas que los medios de comunicación lanzamos a los aficionados para elegir cuál fue la mejor carrera o etapa del año.

La prueba italiana que aspira a combatir en épica y popularidad con las grandes clásicas del norte de Europa llega este año a su décima edición. Una década de sterrato que ha servido para que los adoquines y los bergs dejen de copar todo el protagonismo en esta mágica época del año. Y llega la Strade Bianche a su décima edición con una importante novedad. Sus organizadores han anunciado que aquel ciclista que consiga tres triunfos en la carrera tendrá el honor de dar nombre a uno de los tramos de sterrato de la prueba, un honor que en este 2016 está únicamente al alcance de un Fabian Cancellara que ya se alzó con los triunfos de 2008 y 2012. Otro de los grandes logros de esta joven carrera –máxima en una categoría en la que el pasado año celebró su primera edición– es la de haber conseguido ser la prueba que inaugure el nuevo World Tour femenino.

Los bellísimos parajes de la Toscana volverán a ser el incomparable fondo de una prueba que no llega a los 180 kilómetros, pero que encuentra su dureza en los más de 50 kilómetros que los corredores deberán de rodar sobre el temido sterrato o, lo que es lo mismo, gravilla. Gravilla blanca, para ser más exactos. Sobre caminos blancos. Pero si transitar sobre este tipo de superficie, que ofrece un agarre muy precario, no fuese suficiente, muchos de estos tramos, a imagen y semejanza de esas subidas adoquinadas de Flandes, presentan importantes desniveles en los que las ruedas traseras tienden a patinar a poco que los corredores impriman demasiados watios a sus pedales.

El recorrido apenas tendrá variaciones en este año 2016. Los corredores volverán a enfrentarse con el primer plato de gravilla cuando no hayan completado ni tan siquiera diez kilómetros de carrera. Será sólo un tanteo. Luego llegará, a modo de aperitivo, otro pequeño tramo situado justo antes del avituallamiento. Y es después de haber repuesto fuerzas cuando empieza lo realmente espectacular.

El tercer tramo es el más largo del día con sus 11,9 kilómetros de longitud y va seguido, casi sin solución de continuidad, por otro de 8 kilómetros. Ambos tramos tienen un claro sentido descendente que pondrán a prueba la sangre fría de todos aquellos que realmente aspiren a conseguir el triunfo en el espectacular final de Siena. Pero lo más complicado del día, el lugar donde tradicionalmente se decide buena parte de esta carrera, llega con el temido y espectacular tramo del Monte Santa Marie que a sus 11,5 kilómetros de longitud añade la dificultad de sus rampas.

Después restarán todavía tres tramos más hasta completar los nueve que forman parte del recorrido. Llegados a este punto lo más probable es que la carrera se haya roto hasta tal punto que, si ningún valiente rueda en solitario hacia la meta, pensar un un grupo mayor a diez unidades sería una sorpresa enorme.

Será ya en pleno centro de Siena, en una rampa que llega al 16% de inclinación cuando apenas queda medio kilómetro para la meta, donde ese grupo deberá de disputarse un largo, agónico y muy táctico sprint –si es que se puede llamar así– donde las explosiones suelen ser antológicas. Y si todo eso no fuera ya lo suficientemente complicado, tras superar esa terrible cuesta llega un revirado final en el que salvo sorpresa monumental, el que entra colocado en cabeza cruzará en esa misma posición la meta.

Valverde, el pasado año /@RCS

Alejandro Valverde, Greg Van Avermaet y Fabian Cancellara serán, no cabe duda, los tres hombres a tener más vigilados el próximo sábado. El español, que ha encadenado dos terceros puestos en 2014 y 2015, buscará darse el capricho y el regalo de ganar esta clásica en la que el año pasado enamoró a buena parte de esos críticos que siempre le acusaron de correr muy a la defensiva. Van Avermaet, por su parte, fue segundo el año pasado y tras su victoria en el Circuito Het Nieuwsblad de la pasada semana llega a Italia con un enorme subidón de autoestima. Cancellara, en la que será su última participación en una prueba a la que ayudó a crecer gracias a sus dos triunfos, buscará registrar su nombre para la eternidad bautizando uno de los tramos de gravilla gracias a un tercer triunfo en Siena.

Junto a esos tres grandes favoritos, por supuesto, no podemos olvidarnos de corredores de la talla de Zdenek Stybar, vencedor el año pasado y que esta temporada ha preferido no tomar parte en el fin de semana inaugural belga, pero cuyos números, comparados con los de hace un año, son muy similares. También habrá que estar muy atentos a un Peter Sagan que ya ha reconocido en más de una ocasión que le encantaría poder tener su foto como vencedor en Siena vistiendo el maillot arcoíris. En caso de conseguirlo, además, el eslovaco estrenaría su palmarés como campeón del mundo vigente. Como en el caso de Valverde, el corredor del Tinkoff ya se ha subido dos veces al podio merced a sus segundas plazas de 2013 y 2014. El año pasado explotó a unos 20 kilómetros de meta, pero tras lo visto el pasado fin de semana en las clásicas flamencas, Sagan será uno de los hombres que correrá al ataque garantizando el espectáculo.

Ya sabe lo que es ganar porque lo consiguió en 2014, pero su inicio de temporada con el equipo Sky está siendo muy distinto a lo que nos tenía acostumbrados en el Etixx-Quick Step. No ha corrido desde Trofeo Playa de Palma-Palma disputado el 31 de enero y eso hace que el ex campeón del mundo Michal Kwiatkowski arroje importantes dudas sobre su estado real de forma de cara al sábado. Todo lo contrario que un Vincenzo Nibali que estará al frente de las huestes del Astana y que se estrena en su país tras haber vencido en el Tour de Omán.

Junto a todos ellos, estarán los outsiders que con sus actuaciones en lo que llevamos de temporada se han ganado el derecho a aparecer en la nómina de favoritos, si bien un escalón por debajo de esos grandes nombres. Jasper Stuyven, que tendrá que en condiciones normales correrá supeditado a Fabian Cancellara, debería de dejarse ver muy cerca de su jefe de filas en una carrera en la que una buena actuación podría catapultarle hacia el grupo de los grandes en esto de las carreras de un día. Además, en un recorrido tan traicionero como este puede jugarle una mala pasada a cualquiera, incluido Espartaco, y el belga podría verse, de repente, en la situación de tener que encabezar al Trek.

También habrá que estar muy atentos a lo que pueda hacer el checo de 23 años Petr Vakoc, que llega a Italia habiéndose convertido en una de las grandes sorpresas del inicio del año y que, como ocurre con Stuyven, podría ser un gran tapado en un equipo que, como ya hemos dicho, irá capitaneado por su compatriota Zdenek Stybar.

Tampoco habrá que descartar a hombres como Diego Ulissi, Esteban Chaves, Nicolas Roche o, incluso, un Tiesj Benoot que podría aprovechar en las cuestas de gravilla de la Toscana para demostrar –por si la quinta plaza del pasado año no fuera suficiente– que sus condiciones de sprinter no le restan enteros a la hora de afrontar las cuestas de pruebas como la Vuelta a Flandes.

Por último, pero no menos importante, habrá que tener un ojo muy puesto en la climatología que podría hacer que todo lo dicho anteriormente deje de tener parte de sentido ya que en su corta historia la Strade Bianche se ha corrido mayoritariamente con buen tiempo, pero este año se espera lluvia y frío, algo que podría hacer que la carrera fuese diametralmente distinta a lo que estamos acostumbrados.

Tras la confirmación de los dorsales oficiales saldrán diez españoles: De la Parte (CCC), Valls (Lotto); Valverde, Arcas, Soler y Ventoso (Movistar); Sanz (Southeast); Lozano y Megías (Novo Nordisk) e Irizar (Trek).

EL PERFIL

El perfil de la 10ª edición de la Strade Bianche /©RCS

DORSALES OFICIALES

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