Theunisse, el último holandés en Alpe d’Huez

Ángel Olmedo Jiménez / Ciclo 21

Alpe D´Huez es una montaña mágica. Su mera evocación rememora grandísimas gestas y son pocos, incluso lejos del núcleo de aficionados a este gran deporte, que no anudan la cima alpina con sus famosas veintiuna curvas. El paso constituye un lugar de especial raigambre neerlandesa. No en vano ocho han sido las victorias que, en competición del Tour de Francia, han caído del lado holandés (dos para Kuiper, Zoetemelk y Winnen y una para Rooks y Theunisse). Siete atesoran los italianos, que fueron los encargados, de inaugurar el casillero con el triunfo del mítico Fausto Coppi en 1952.

Por su parte, los nuestros “solo” han conseguido ser los más rápidos en tres ocasiones: Etxabe (en 1987, y que ya que fue glosada en estas mismas páginas), Iban Mayo (en 2003) y el, a la postre, ganador de aquella edición del Tour, Carlos Sastre, en 2008. Para esperanza del ciclismo francés, las tres últimos ocasiones en las que la carrera ha transitado las rampas alpinas se han saldado con gloria para los locales Rolland, Riblon y Pinot.

Curiosamente, desde el año 1989, en que Gert-Jan Theunisse (Oss, 1963) se hizo con la victoria de etapa, ningún otro compatriota ha conseguido alcanzar la gloria mediante la coronación, en primer lugar, de Alpe D´Huez.

Pero remontémonos a aquel miércoles 19 de julio de 1989, en que se disputaba la tercera semana de un Tour que se hallaba, aún, muy abierto en cuanto a su clasificación y que lideraba el estadounidense Greg LeMond (con una exigua ventaja respecto de Fignon, apenas 53 segundos, y algo más de dos minutos sobre Mottet y Delgado).

Theunisse, en meta © Ray Dobbins

Theunisse, en meta © Ray Dobbins

Los principales favoritos para encaramarse a lo más alto del pódium en París eran el ya mentado Greg LeMond, el español Perico Delgado y el francés Laurent Fignon. Además de ellos, y entre el resto de hombres destacados para esa pelea, descollaban el holandés Rooks, el francés Mottet, el español Marino Lejarreta o el irlandés Sean Kelly.

La decimoséptima etapa, que transitaba entre Briançon y el Alpe, contaba con un total de 161 kilómetros y medio, y obligaba a los ciclistas a superar Galibier, Telegraphe, La Croix de Fer y la temida cima de las 21 curvas; es decir, tres puertos de categoría especial y uno calificado como de cuarta categoría. En suma, la etapa reina de toda la ronda gala.

La jornada estaba marcada en el calendario como una de las últimas oportunidades para los escaladores de desbancar a LeMond del liderato y apartarle del maillot amarillo. El más observado por todos, y en el que recaía la mayor presión, era Delgado, que defendía título y que, tras un despiste monumental en el prólogo de Luxemburgo, seguido por una pérdida de tiempo debido a nervios y un malestar estomacal, había ido recuperando tiempo con todos sus adversarios en Pirineos y las etapas alpinas.

Theunisse, que defendía los colores de PDM, siendo uno de los gregarios de lujo de Steven Rooks, atacó desde lejísimo, concretamente en las rampas del Galibier, echando por tierra el proyecto de Delgado de utilizar a sus compañeros de Reynolds para entablar una batalla más ardua.

Fignon, LeMond y Delgado © lainformacion

Fignon, LeMond y Delgado © lainformacion

El holandés transitó en solitario durante gran parte de la etapa, y, al coronar la Croix de Fer, le seguía un grupo de corredores con escaladores de la talla de Fuerte o Álvaro Pino, ambos del equipo BH, el italiano Bugno y el escocés Millar. Delgado había puesto a trabajar a Rodríguez Magro y a Palacio pero no atacó en las rampas del larguísimo puerto.

Al llegar a las estribaciones de Alpe D´Huez, Theunisse contaba en su favor con una ventaja que superaba los cuatro minutos con el grupo de favoritos, en el que ya solo quedaban Fignon, LeMond, Lejarreta, Rooks y Delgado acompañado por su escudero, el colombiano Abelardo Rondón.

La efigie del holandés, característica por su avanzar con la melena al viento y, en esta ocasión, adornada por el maillot a topos rojos de líder de la montaña, se convertía en totalmente inalcanzable para el grupo de perseguidores en el que, nuevamente, Reynolds endurecía el ritmo. Fruto de ese impulso, gracias a la marcha ordenada por Rondón, Lejarreta y Rooks comenzaron a descolgarse.

No obstante, el guion cambió cuando Fignon, a falta de cuatro kilómetros, demarraba con inusitada violencia. El segoviano, a duras penas, se soldó a su rueda pero el maillot amarillo se veía incapaz de seguir el fortísimo ritmo del dúo conformado.

Los dos hombres hicieron camino juntos y las diferencias cada vez se iban abriendo más hasta el punto de que Fignon, luchador, se convertía en líder virtual, mientras LeMond sufría, en la más absoluta soledad, sin referencias visuales (más allá de la de Rondón, que le superaría en meta), por las revueltas de Alpe D´Huez.

La subida de las 21 curvas

La subida de las 21 curvas

Ajeno a esa batalla, Theunisse entraba en solitario en meta, completando el recorrido en 5 horas 10 minutos y 39 segundos; una maratoniana jornada alpina que le ofrecía la posibilidad de engrandecer su palmarés con su triunfo más importante y, de paso, cosechar una buena cantidad de puntos para la clasificación de la montaña (con la que se alzaría definitivamente en París).

Un minuto y 9 segundos después, el dúo de Delgado y Fignon compareció en meta. El trabajo había dado su fruto y LeMond se vería distanciado en 1 minuto y 9 segundos, cediendo la túnica a Fignon, que, en la general, aventajaba, tras la etapa, en 26 segundos al estadounidense y en 1 minuto y 55 segundos a Delgado.

Este Tour concluyó con la que, a buen seguro, es una de las imágenes más dramáticas, cuando Fignon perdió su liderato, en la última crono, en los Campos Elíseos, ante LeMond por unos más que exiguos 9 segundos.

Para Theunisse, que acabaría cuarto en la general, 1989 fue su año de mayor brillantez. En 1990, el holandés fue sancionado con dos positivos (uno en La Flecha Valona y otro en la Subida Arrate). Más adelante, en el año 2000, confesaría haber tomado corticoides pero nunca la testosterona que le propició su primera sanción, durante el Tour de 1998.

Tanto en 1991, como en 1994, fue subcampeón de los Nacionales de Ruta, pero nunca llegó a recuperar el nivel exhibido aquel miércoles de julio en Alpe D´Huez. Gert-Jan se retiró en 1995 pero su imagen, siempre espectacular, es recordada por todos los aficionados al ciclismo.

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