Todos pensaban que era imposible salvo Nibali

Vincenzo Nibali © Iraia Calvo

Vincenzo Nibali © Iraia Calvo

En el libro “Sky´s the limit” cuya versión en castellano divulgó “Libros de Ruta” hace unos años, se explican los miedos que el equipo inglés tenía en sus primeros días en el pelotón. Vinieron con toda la caballería de la pista, con la tecnología propia de la misma, diciendo que le iban a darle la vuelta al negocio ciclista como si de un calcetín se tratara.

El objetivo de Dave Brailsford y su equipo era loable, pero ya sabemos de la soberbia anglosajona cuando se creen en posesión de la verdad. Aquellas pretensiones chocaron contra lo que ellos llaman “viejo ciclismo”, es decir la cuna latina de este deporte, que no deja de ser el colchón sobre el que descansan las bases del ciclismo. Hablamos de Francia, de España y de Italia, sobretodo de Italia.

En la bota surgieron voces discrepantes sobre el dogma de los hombres de negro, voces que hablaban de pasión, de entrenamiento por sensaciones, de leyenda y de tradición. Recuerdo a Paolo Bettini hablar en ese tono, también a Vincenzo Nibali, ganador de la Vuelta de 2010, el año del estreno del Sky. El ciclista, al calor de su Sicilia natal, entendía todo esto como algo más que números, vatios y rendimientos.

Pero a Nibali le tocó probar a medicina del Sky en el Tour de 2012 cuando se dio de bruces contra el muro formado por el mal avenido dúo Froome & Wiggins, una dupla, pertrechada en el magma estadístico de su SRM, el aparatito de los vatios, que le superó con solvencia.

Artículo completo de Joan Seguidor aquí

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