Villalobos, talento mexicano para el EF

Villalobos en una imagen de archivo / © Tour of Utah

Jorge Machado / Ciclismo Internacional

Luis Ricardo Villalobos nació en El Refugio, un pequeño pueblo del estado de Jalisco, aunque su vida se ha cimentado en la ciudad de Lagos de Moreno, municipio del mismo estado mexicano.  A sus veinte años de edad,  con voz juvenil,  rico acento regional,  cargado de humildad y sinceridad  innata, nos cuenta de su familia, sus sueños, objetivos, metas y más.

Hablar con el laguense no es difícil, su verbo discurre entre pausas, su carácter pasivo y gentil, son como un elixir de tranquilidad, nada parece alterarle. Sabe, a su corta edad, lo que desea y no se inmuta. Su familia es su bastión, sus padres Juan Francisco “Paco” Villalobos y Carmen Julia Hernández Gil,  Ema Gabriela su hermana mayor, Juan Francisco y Juan Pablo Villalobos Hernández sus hermanos, y ahora su hijo  Luis Leonardo, son  ejes y motores de su vida.

Su niñez transcurrió con sencillez y admirando a su padre, otrora  renombrado ciclista profesional, quien estuvo a punto de arrebatarle la Vuelta a México al francés Laurent Fignon en 1993. Luis creció junto a su familia en un ambiente tranquilo y sencillo a pesar de las circunstancias difíciles luego que su progenitor acabara su carrera profesional. “Mi madre era ama  de casa, y contaba con una carrera en contabilidad. Durante mi primer año de edad mi papá dejó de ser ciclista profesional, al parecer por problemas con su último equipo Canel’s Turbo, pero eso no le impidió sacarnos adelante. Se había convertido, con la ayuda de mi abuelo, en técnico en refrigeración primero con su taller y, posteriormente, laborando en una empresa. Lamentablemente su carrera como ciclista profesional terminó muy joven, creo que fue a los 30 años”.

Creyente de Dios, católico por convicción, disfruta  la fe que sus padres y abuelos le han inculcado  “…siempre  estamos agradecidos, siempre hay que ir a celebrar la misa los domingos”, dice con enorme respeto y seguridad.

La  gratitud y fe, permitieron a sus padres -con esfuerzo y dedicación- mantener a la familia unida  en  tiempos  de cambio,  y brindarle a sus retoños lo mejor dentro de sus posibilidades, limitando así los obstáculos para su desarrollo y diversión. “Durante mi niñez, para divertirme, a veces sólo jugábamos con los amigos del vecindario. Luego empezamos a ir clases de taekwondo y una que otra actividad artística como la guitarra y eso. Siempre nos mantenían involucrados en alguna disciplina deportiva o artística”

Ya vendrían los tiempos de colegio, pero su mente y corazón estaban en el ciclismo. Tal vez por eso prefería descansar y ver televisión. No era mal estudiante pero, con sinceridad, acepta haber sido flojo. Y aún, así le gustaría seguir otra carrera donde pueda ayudar a la gente. “Aunque no se me dificultaba la escuela, era muy flojo, siempre prefería estar descansando, viendo tele, cualquier cosa. Pero la verdad me llama mucho la atención estudiar algo que tenga que ver con la nutrición, ya sea ser chef o ser nutriólogo, con alguna maestría para apoyar a la gente que pueda estar sana. Esas dos me llaman mucho la atención.”

Padre de Luis Leonardo, su primer hijo y una bendición de Dios para su vida, afirma que por su juventud, fue difícil enfrentar el nacimiento de su bebé y cumplir con sus compromisos profesionales. “Uno de los momentos más difíciles de mi vida, pues básicamente tengo 20 años,  y creo que aún no son nada. Lo que me hizo más fuerte fue el día que nació mi hijo y yo estaba partiendo para un mundial en Noruega, era mi primer año de sub 23, yo quería hacerlo de la mejor manera, pero también no quería faltar al nacimiento de mi hijo, ese momento me ha marcado. Son cosas que te ayudan para la vida, para el deporte. Dejan una marca…”

Quienes nacen en el campo nunca podrán desprenderse de él. Ahí la vida transcurre con lentitud, entre paisajes y montañas que son ataduras benditas de aire puro, reflexión  y riqueza natural. Con plena seguridad, afirma: “Me gusta la montaña, el campo, los paisajes de altura más que nada.” Y no podría ser distinto, el jalisciense  creció rodeado  de la icónica “mesa redonda” -que supera los 2500 msnm- y de las imponentes cumbres Pinos, Lobos y Comanja, aún más altas.

En su tiempo libre disfruta de los juegos de mesa y otros pasatiempos. “Me gustan mucho algunos juegos de mesa, billar, boliche, pasar el tiempo en otras cosas y no siempre descansando, pues eso hace sentir al cuerpo más cansado. Trato de distraerme con uno que otro juego de esos y escuchar mucha música”.

Los valores se enseñan en casa, la academia y las personas externas al círculo familiar sólo pueden reforzarlos. Luis Ricardo lo sabe, no se equivoca, y sus frases cortas y sencillas llevan consigo la indeleble marca de sus progenitores. Aprendió desde niño el valor de la humildad, de los modales, del don de gentes: “Mis padres siempre nos han inculcado ser humildes. Recuerdo que éramos muy penosos, hasta cuando había crisis y teníamos que pedir unas tortillas fiadas, ellos nos decían que no tuviéramos pena, que eso no nos haría daño. La enseñanza era hablar, pedir,  hacerse oír,  si no nadie te escucharía o rechazaría; en otras palabras debíamos intentarlo. Siempre nos enseñaron buenos modales, ser persona, hablar y saber pedir las cosas, el pedir está en el dar, y esa enseñanza se me quedó grabada.” 

Decidió tomar el camino del ciclismo a los diez años, cuando ya se había aburrido de jugar fútbol que, según dice “…es lo que todo mexicano juega y usa para distraerse cuando niño…”. Y aunque mi hermano decidió seguir con el fútbol, yo en cambio en Navidad pedí una bicicleta de montaña y fue cuando empecé, incluso si mí papá no tenía el tiempo para sacarme a entrenar”. Mientras prosigue con su narración se emociona, quizá porque se da cuenta  que recorrer el pasado y ver los logros plasmarse es siempre fascinante: “me veía mucho interés, de mí salía que me sacara a dar la vuelta a la explanada, al barrio. Ahí empezó este viaje y, finalmente, pudo disponer de tiempo para fomentarnos en la bici”

Lo anterior motivó al reconocido exciclista, en medio de dificultades financieras, a apoyar a Luis y a armarle una nueva bicicleta. “A los once años empezó a armarme una bici de ruta, tomó mucho tiempo y esfuerzo porque había crisis. Poco a poco, y con apoyo de amigos, la consiguió”, recuerda, para luego reconocer que la situación los motivó recíprocamente, a uno para volver a pedalear y al otro para iniciar su carrera.  “Hoy mi padre da gracias, pues de lo contrario no hubiera regresado al ciclismo o estar en forma; se había descuidado por mucho tiempo. Esto fue algo que nació de nosotros, porque él no quería, sin embargo el interés inicial lo motivó. Dos años después, mi hermano también se involucró en el ciclismo”. 

Antes de contar con la oportunidad para brincar a la gran carpa del ciclismo mundial, a mitad del 2019 con EF Education First, el ciclista mexicano empezó a escribir su incipiente y floreciente carrera deportiva,  con triunfos importantes en categorías menores de su país. Pero su mayor logro y del que se siente orgullo “fue haber ganado en mi primer año como juvenil, el campeonato Panamericano de ruta y mis campeonatos nacionales de la categoría. Además, mi estancia en Europa, que fue parte importante en mi crecimiento actual como ciclista y la motivación para creer que se puede y alcanzar una carrera de alto nivel”. No hay duda que su primer puesto como mejor joven del Tour de Utah 2018,  además del octavo puesto de la general, confirman su proyección y no detienen sus sueños.

El jalisciense tiene los pies sobre la tierra, sabe de sus capacidades y reconoce sus fortalezas: “Yo siempre he trabajado bien en todas la áreas, me gusta esprintar, me gusta la subida muchísimo, ahí es donde se ganan las carreras. Claro que ahora hay clásicas, contrarreloj largas, planas, duras. Yo voy a trabajar para ser un todo terreno, para no perder esas cualidades y mejorar aún más, en todo”.

Mientras espera con ansias  la llegada del nuevo año para  vestir su nuevo maillot, dice que no tendrá un campamento con su nuevo equipo. La razón es que pasará al EF a partir de la segunda parte de la temporada 2019 porque su entrenador actual no quiso arriesgarlo en las clásicas de primavera y decidió que permanezca en Aevolo madurando unos meses más antes de dar el nuevo paso al World Tour. “Eso lo acordó el director, pues prefería que me desarrolle aún más y que no hiciera las carreras de invierno/primavera, pues son difíciles para una iniciación, aunque no creo que sean imposibles. Ahora estoy con la preparación física, enfocado en músculos que no se trabajan durante la temporada. Tendré poco descanso, así que se trata de ir acostumbrando el cuerpo al nivel de intensidad del WT.”   

Mientras conversábamos de algunas glorias  del ciclismos mexicano, como Alcalá, Arroyo o Pérez Cuapio, y lo que estas representaban, no dudó un segundo. Con enorme claridad y contundente admiración por su padre y entrenador, dijo: “Realmente no sé que hicieron ellos más que lo que cuenta la gente, pero mi mentor ha sido mi papá. No conozco a nadie mejor como entrenador y ciclista que él. Yo lo reconozco como el mejor ciclista de México, no veo a nadie mejor que él, y con todo lo que pasó y las adversidades que sufrió, el merecería una entrevista para que cuente todo lo que pasó, no creo que haya tenido el camino tan fácil como otras glorias, y aunque tuvo la oportunidad, el equipo en que estuvo le cerró las puertas para irse a Europa.”

Luis Ricardo admira con vehemencia a su progenitor, sus palabras denotan un enorme deseo por llegar más lejos y, de alguna manera, cumplir el sueño que Francisco “Paco” Villalobos -con el enorme talento que poseyó- no tuvo. “Por algo suceden las cosas. Para mí el mejor fue él y deseo sobrepasarlo, cosa que aún no logro. El debía irse hasta por cinco meses para preparar Vuelta a México, y eso lo hacía todos los años. Hoy nadie hace esos sacrificios.  Eso es grandísimo, y aún debo aprender mucho de él. Mi objetivo es superarlo y alcanzar los sueños que él no pudo. Espero no decepcionarlo a él, ni a mí mismo.”

Con respecto al papel de la prensa en su país sobre la promoción del ciclismo, es crítico. Cree que no dedican el espacio adecuado para la difusión del deporte de los pedales y se siente decepcionado: “En México no valoran nada de lo hecho hasta ahora. La mayoría de medios lo desconocen, salvo algunos vinculados al ciclismo que saben que hace tiempo no había un ciclista mexicano en estos niveles.  Hace falta mayor apoyo y difusión, el ciclismo está olvidado. Tener la oportunidad que me han brindado, es importante para revitalizar el tema.  En mi ciudad no han mostrado interés, tal vez  contadas personas que conocen de este logro porque tienen algún vínculo con el deporte. Y en mi Estado, muchísimo menos.  Los medios de comunicación no muestran interés en este deporte, es una noticia que debería ser mayormente difundida para motivar a la gente y los ciclistas en México a que sigan creyendo, de lo contrario seguiremos haciendo solo “paseítos” y los jóvenes ciclistas no tendrán intención de superarse y sobresalir”,  dice con contundente tristeza.

La juvenil ilusión está encendida, no ha sido un camino de rosas y, como todo en la vida, así es como mejor sabe. Su visión y metas tienen nombre: “Me veo con más experiencia, con el sueño de alguna que otra carrera en la bolsa, aunque creo que prefiero madurar  y seguir acumulando experiencias, para que el cuerpo esté listo y que la carrera profesional perdure”.

No olvida sus inicios, tiene pasta de líder, desea  abrir camino y  promover para que otros ciclistas de su país logren sobreponerse a las necesidades y adversidades, y le acompañen en el nivel más alto. “Otro de mis objetivos y mi prioridad es que más mexicanos den el salto a equipos grandes, no ser el único y que haya muchos más compatriotas en equipos profesionales, porque talento tenemos.”  

Y reitera con palabras motivadoras a los jóvenes: “No importa que tan duro sea el camino, que sigan por sus sueños y que nunca paren con sus metas. Si lo sienten imposible o entre más duro se ponga, más duro tienen que esforzarse por ese objetivo. Si el camino se ve fácil o lo sienten fácil no hay que confiarse, siempre hay que tener el dedo en el renglón. Siempre vean las consecuencias de sus decisiones, aprendan de ellas, esfuércense el doble y nunca vean el camino fácil, pues ese no les llevará a ningún lado. En cambio, el difícil -con esfuerzo y sacrificio- sí les llevará lejos. Háganlo sin esperar recompensa, sólo dando todo lo mejor. Al final llega cuando menos lo esperas, nunca te rindas.”

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